Después del fallido intento por inclemencias meteorológicas, tres pilotos (Chechu, Miguel y yo mismo) se confabularon en la aventura de acabar la friolera y además hacerlo a un ritmo endiablado. Teníamos ante nosotros 230kilómetros en total y teníamos todo el día para hacerlo.
Era un lunes día 22 de diciembre y aunque los pronósticos del tiempo no eran muy alentadores y predecían frío, mucho frío, nuestras ganas de aventara superaban con creces esos pequeños inconvenientes.
Quedamos pronto y a las 9:45 poníamos rumbo a la gasolinera para llenar los tanques de nuestras monturas. Esta vez íbamos 3 avezados pilotos a lomos de dos preciosas Husqvarnas 610ie y mi querida XT660R que la echaré mucho de menos cuando la venda.


Yo haría de guía ya que tenía todo el track cargado en mi GPS. La primera parte de la ruta no hacía falta mirar la pantalla ya que la tengo grabada en mi mente. Son pistas rápidas pero que se encontraban congeladas. Los charcos se mostraban como cristales de hielo amenazando con hacernos patinar en cualquier momento. Era impresionante el crujido de estos témpanos de hielo cuando la rueda delantera de mi XTR los iba rompiendo.
Pronto llegaríamos al primer charquito. Esta vez y dado que el ritmo era muy vivo no paramos a hacer demasiadas fotos.
Posteriormente llegaríamos al sendero que tanto me gusta y que tantas veces he mencionado. Esta vez no pudimos siquiera parar a tomar alguna foto ya que se encontraba completamente anegado y era un verdadero lodazal que hacía que tuviéramos que conducir con los cinco sentidos para mantenernos erguidos.
Una vez en camino, paramos a tomar unas fotos y pronto nos cruzamos con un Mitsubishi verde.

Llegamos al primer pueblo y decidimos tomarnos un tentempié. Según nos metimos en el bar nos percatamos como éramos vigilados de cerca por una patrulla de la benemérita. Agradecer a Miguel el que hubiera "formalizado" su montura ya que de lo contrario habríamos sido multados ya que un policía local muy descaradamente vino a ojear nuestras matrículas.
Una vez dada buena cuenta de los montados y la cocacola nos dispusimos a hacer el segundo tramo, tramo que ya conocía porque lo habíamos hecho en la anterior kdd.
Este tramo estaba en bastante buen estado y se componía en su mayor parte de pistas rápidas con algunos barrizales pero que nos llevarían al charco que tanto nos hizo sufrir en la primera exploratoria. Esta vez ya que me conocía la profundidad del río me envalentoné y lo pasé sin problemas, al igual que Miguel y Chechu. Como no teníamos fotos del gran evento, Chechu decidió darse la vuelta y volver a pasarlo para que le pudiera hacer un vídeo.
De aquí en adelante se van por pistas reviradas con grandes charcos y que desembocan en el salto.
Por fín llegamos al segundo pueblo y de aquí en adelante tuve que ir mirando el GPS ya que estos tramos siguientes eran completamente desconocidos para mí. Esto hacía que el ritmo no fuera tan alegre ya que había que pilotar mirando las pistas, las posibles sorpresas del camino y el GPS y sobre todo intentar no perdernos, cosa que creo que al final conseguimos.
Comentar que el sol hacía acto de aparición y que la temperatura empezaba a subir y eso hacía que nos empezase a sobrar alguna prenda.
Si bien la ruta es excelente comentar que puede mejorarse muchísimo ya que hay ciertos enlaces por carretera que se podrían haber eliminado. Trabajaremos el track para dejarlo 100% marrón, como se suele decir en nuestro argot.
Lo que más complicado me resultó fue seguir el track por los pueblos, ya que el GPS disminuye el zoom y hace muy dificil la lectura del track.
Pronto nos metimos de lleno en pistas impresionantes, muy rotas por las lluvias y en una curva me encontré de lleno con un jinete a lomos de un burrito blanco que salió espantado por el rugido de nuestros motores y que de no ser por el buen hacer del abuelete, hubiera caído irremediablemente al río que fielmente nos acompañaba. Apagamos rápidamente los motores y una vez vimos que el abuelete se hizo con el control de la situación, procedimos a saludarle y a ofrecerle nuestra ayuda para lo que necesitase. Debo confesar que el burro hizo todo el burro que pudo, llegando a ponerse en modo "caballito" y a dar coces a diestro y siniestro y que el abuelo demostró que llevaba montando en burro mucho más que nosotros en moto porque salió ileso y de buen humor.
A partir de ahí, las pistas eran cada vez más retorcidas y hacían las delicias de los pilotos. En algunas encrucijadas había que bajar el ritmo para que el GPS nos mostrara el camino a seguir.
En un momento dado, subiendo por unos parajes rodeados de encinas el GPS perdió señal y estuvimos dando vueltas buscando señal y por tanto la ruta. Como el sol apretaba Miguel decidió despojarse de toda la ropa posible. Como no conseguía dar con el track/GPS fuimos un poco a ciegas y desembocamos en una finca que era tremenda (impresionante). Intentamos coger camino pero el guardés muy amablemente nos gritó que nos fuéramos. Volvimos sobre nuestros pasos y pudimos finalmente conseguir señal de GPS y nos pusimos de nuevo en camino.








Mi moto empezó a quejarse de que no tenía gasolina y tuvimos que desviarnos de la ruta para coger pronto algún pueblo para llenar nuestros depósitos. Llegamos a un pueblo con una gasolinera que parecía del puro Oeste Americano y llenamos los depósitos, amén de comprar algo de abituallamiento ya que se nos hacía la hora de comer pero yo quería volver a recuperar el track para comer en la Yunquera.Una vez recuperamos de nuevo el track, subimos por una mini-trialera que hizo que nos divirtiéramos un rato. La pena que fuera tan cortita. Subimos, bajamos, seguimos por caminos unas veces rotos, otras tantas llenas de barro y otras en buen estado, hasta que llegamos al destino final donde pararíamos a comer y a conversar durante un ratito sobre lo deparado hasta entonces. Eran las 14:30 horas y empezamos a buscar un bar donde nos dieran un bocadillo, cosa que resultó dificil, ya que hasta el tercer bar todos los demás nos dieron un NO por respuesta.
Comimos finalmente un bocata de calamares, unas cervezas con limón sin alcohol y un cafetito. Estuve repasando el track antes de salir y una vez tuve las cosas claras decidimos reanudar la marcha.
La primera parte de este track nos llevaba directos al circuito de motocross de la Yunquera y os podéis imaginar en que estado se encontraban los caminos aledaños. Caminos rotos y mucho, muchísimo barro. Yo en una zona me quedé atascado aunque salí victorioso. Mis compañeros de aventuras pasaron como relámpagos por el lado izquierdo. Como se notan esas monturas.
Posteriormente nos encontramos giros a la derecha, izquierda y la navegación se iba haciendo cada vez más pesada. La caída del sol empezaba a molestar y los charcos reflejaban la luz cual espejos impolutos se tratase. Esto y unido al cansancio hizo que en parado me fuera al suelo (lo que vulgarmente conocemos como masa). Pronto volvimos a perder señal del GPS lo cual nos indicaba que íbamos en la dirección correcta o quizá no, ya que el track en un momento se hacía circular lo que me hacía presagiar que estábamos en el mismo sitio en el que perdimos la señal por la mañana.
Finalmente llegamos al sendero maravilloso y de ahí decidimos coger carretera ya que por las tardes el track de inicio suele ser territorio comanche.
Ha sido un placer compartir ruta con mis compañeros y entre ellos mi cuñao Chechu y pronto repetiremos ruta.
Por cierto, al día siguiente y después de pensarlo mucho me fuí directo a comprar mi nueva montura. ¿Qué os parece?
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Feliz Navidad y próspero Año Nuevo 2009.
Sete.


A partir de aquí unos cuantos kilómetros llenos de baches, barro y el deseado sendero que tan buenos recuerdos me trae y que a muchos de vosotros os lo he enseñado. No hay fotos ya que era un barrizal tremendo y nuestro equipo de reporteros tenían que concentrarse en navegar y dirigir sus monturas más que en pensar en parar para hacer fotos.Una vez reagrupados de nuevo continuamos otros tantos kilómetros con firme en buen estado y con baches repletos de agua que hacían las delicias de los aventureros. Estábamos llegando al tramo de carretera y para ello paramos para tomar unas fotos.









Incluso nos sirvió para calentarnos las manos.


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